por Elizabeth Reichart y Deborah Drew – 10 de enero de 2019
Traducción por Yavel Cueto y Fernanda Castro, equipo de Recrear mx. LEE EL ARTÍCULO EN IDIOMA ORIGINAL AQUÍ
Piensa en cuántos suéteres, bufandas y otras prendas se obsequian en temporadas navideñas. ¿Cuántas veces los usará la gente antes de tirarlos?
Probablemente mucho menos de lo que crees . ¡Un camión de basura con ropa se incinera o se envía a los vertederos cada segundo! El consumidor promedio compró 60 por ciento más de ropa en 2014 que en 2000, pero conservó cada prenda la mitad del tiempo.
¿Cuánta ropa desechamos?
Esta podría ser una oportunidad para mejorar. Un informe encontró que abordar los problemas ambientales y sociales creados por la industria de la moda proporcionaría un beneficio general de 192 mil millones de dólares a la economía global para el 2030. El valor anual de la ropa desechada prematuramente es de más de 400 mil millones de dólares .
Los impactos ambientales
La producción de indumentaria también consume muchos recursos y emisiones. Considera que:
Los impactos sociales
La producción de ropa ha ayudado a impulsar el crecimiento en las economías en desarrollo, pero una mirada más cercana revela una serie de desafíos sociales. Por ejemplo:
El consumo acelerado de prendas de vestir y la necesidad de cumplir con ciclos cortos de moda estresan los recursos de producción, lo que a menudo da como resultado cadenas de suministro que anteponen las ganancias al bienestar humano.
Entonces, ¿qué hacemos?
Entonces, ¿cómo es una industria de la confección más sostenible y cómo llegamos allí? Estamos empezando a ver algunos signos tempranos de una industria en transición. Los modelos de negocio basados en la longevidad, como Rent the Runway y Gwynnie Bee , son los inicios de una industria que apoya la reutilización en lugar del consumo rápido e irresponsable. Así como Netflix reinventó los servicios tradicionales de alquiler de películas y Lyft interrumpió el transporte, estamos comenzando a ver opciones para que lxs consumidorxs renten ropa en lugar de comprarla y guardarla en sus armarios. Idealmente, un “fin de la propiedad” en la ropa se implementará de una manera que considere los impactos en los trabajos, las comunidades y el medio ambiente.
Este es solo el comienzo de la transformación radical requerida. Las empresas de confección tendrán que enfrentarse cada vez más al elefante en la sala de juntas y desvincular el crecimiento de su negocio del uso de recursos.
Para satisfacer la demanda de ropa del mañana de manera innovadora, las empresas deberán hacer lo que nunca antes habían hecho: diseñar, probar e invertir en modelos comerciales que reutilicen la ropa y maximicen su vida útil. Para las empresas de ropa, es hora de ser disruptivas o ser interrumpidas